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Proyecto Poporopo

Un día de estos les voy a contar la historia de cuando me espantaron en pleno día, en vivo y a todo color, en la casa de Proyecto Poporopo en Guatemala.

En julio de 2018, Cristina, la hermana de Lino, mi novio, fue de visita por una semana a Guatemala. El primer día hicimos un tour por la zona 1; visitamos la 6ta. Avenida, la Catedral, Palacio, etc., también fuimos al Cerrito del Carmen, porque casualmente en esos días estaba la Feria de la Virgen. Había mucho calor, entonces al final del recorrido, nos fuimos a tomar “alguito” al Proyecto Poporopo, que está allí por la 4ta. Calle, a eso de las 5:00 p.m.

Llegamos, y nos sentamos en el bar. Yo me fui al baño enseguida, pero antes de entrar, vi que una señora iba entrando también. Cerca de mí, estaba un muchacho barriendo, y a unos pocos metros, en la cocina, estaba una señora cortando verduras, o algo así.

Fue entonces que el muchacho que estaba barriendo, me dijo:

-“Seño, el baño allí está enfrente, entre”.

-Yo: “Estoy esperando a que salga una señora”.

-Él: “No, seño, allí no hay nadie”.

-Yo: “Sí, está ocupado, hay una señora”.

Diciendo esto, vi que salió una muchacha del baño, que también trabaja allí. Le pregunté: “¿No está una señora adentro?”, y ella me contestó: “No, no hay nadie”.

Me dio cosita, pero al final entré, todavía intenté buscar adentro, pero no había nadie, y solo hay un sanitario en ese lugar.

Cuando salí, vi que la muchacha, el muchacho que barría, y la señora de la cocina estaban platicando, y me voltearon a ver. Yo me hice la loca. Pense también en no contar nada a los que estaban conmigo. Me dije: “Ay no, Cristha, no digás nada, qué pena, van a pensar que saber qué te fumaste”.

Me senté con ellos, y empezamos a platicar. (No habíamos comido ni tomado nada, entonces la culpa de lo que había visto/sentido, no se la podía echar a las chelas. Al hambre tal vez sí, pero yo me mantengo “a dieta”, me la pasaría viendo fantasmas)

En eso, la señora de la cocina se acercó a nosotros, me tocó la espalda, y me dijo:

-“Seño, yo sé que usted acaba de ver a alguien, pero no se asuste, aquí hay espíritus, pero son buenos”.

Miren ustedes, EL FRÍO QUE ME BAJÓ POR TODO EL CUERPO, simplemente, no lo puedo explicar, y cada vez que cuento esto, siento algo feo. Solo tragué despacio y le dije:

-“Eeeeh sí, vi algo”.

-Ella: “¿A quién vio?”

-Yo: “A una doñita”.

-Ella: “Sí, ella a veces se aparece, y algunas personas la han visto; pero como le digo, son almas buenas. Yo he pasado aquí días y noches sola y sí he visto sombras y sentido cosas anormales. Pero tranquila, seño, oye? Tómese su cervecita tranquila”.

Y le hice caso con lo de la cervecita, pero no en lo tranquila. La paz se me fue yo no sé a dónde, cada vez que sentía ganas de ir al baño me entraba aquella aflicción. Pasé algunos días pensando en eso, y recordando con atención los detalles. Era una mujer de unos 70 años, con cabello blanco, algo morena. Entró al sanitario de espaldas, y viéndose las manos. Nunca le vi los pies. No recuerdo habérselos visto.

Yo no sé porqué solo yo la vi, realmente no creo en esas historias que la gente habla y jura, de haber visto cosas que ya no pertenecen al mundo de los vivos. Pero en fin, como dije al principio, un día de estos, les contaré...

 

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