Hay cosas que de alguna forma las asociás con
situaciones en tu vida.
31 de agosto de 1997, es una fecha que jamás voy a
olvidar. Tenía 9 años, y mi mamá estaba
pasando por un proceso terapéutico, y ese día despertamos con la noticia de que
la Princesa Diana de Gales, alguien a quien mi mamá admiraba profundamente, no
solo por su belleza, sino porque por alguna razón, mi mamá se sentía
identificada con ella, había muerto.
Ese día lloré mucho, sentí que era mi mamá, quien ya
llevaba varios días en el hospital, estaba muerta también.
Al medio día, mis abuelos y yo fuimos al hospital a
traer a mi mamá porque precisamente le dieron de alta. Yo estaba parada a la
par de mi abuelo, cuando de repente la vi venir, y no hice más que correr a abrazarla.
Desde entonces, han sido más de 20 años desde que
inició el largo y difícil proceso de recuperación de mi mamá, algo que me marcó
tanto.
Sin embargo, también en mi mente existe el recuerdo de
ella levantándose temprano, incluso en esos malos días, para ir a trabajar,
cargando una fuerte depresión a cuestas, pero todo para que a su hija no le
faltara nada.
Eso hace una princesa. Eso hizo por mí mi princesa.
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